Hace dos décadas, “El sueño inmóvil” obtuvo el primer premio de la Casa de las Américas. La obra teatral de Carlos Alsina se consagró entonces (entre 570 textos) con la máxima distinción continental, otorgada por la institución cubana, en mérito a su compromiso con los valores y su mensaje de resistencia y lucha con un lenguaje poético y de una suerte de realismo mágico.
Era 1996 y el menemismo reinaba con sus políticas neoliberales y sus planes de recorte y ajuste. “Me parece que la obra tiene una total actualidad en la medida en que reflexiona sobre una de las peores tragedias a la que pueden estar sometidas las sociedades como construcciones históricas, y las personas en cada vida particular: la de las repeticiones. Es decir, la imposibilidad de elaborar y procesar la historia, y los obstáculos y errores que nos sucedieron en el pasado, para superarlos través de la interpretación crítica y poder crecer. Tengo la sensación de que lo que estamos viviendo hoy ya lo hemos vivido”, afirma el autor.
De este modo, Alsina justifica el estreno de una nueva versión de su texto, bajo su propia dirección y con las actuaciones de Ana Sala, Mariana Alsina, Federico Cerisola y Pablo Mellace. Será en su teatro El Pulmón (Córdoba 86), con funciones sábado desde las 22 y domingo a las 20.
“Las contradicciones sociales y personales que no se comprenden ni son elaboradas no permiten crecer ni mejorar -afirma-. Nos detienen en una suerte de sueño inmóvil y bajo distintas formas, ya que la historia jamás se reitera exactamente igual, nos hacen repetir los mecanismos que nos llevan a la frustración y a la caída. El conflicto que planteo es el de la lucha entre el olvido y la memoria”.
El autor escribió la obra a poco de ganar las elecciones Antonio Bussi pero sobre imágenes que lo perseguían desde diez años atrás: una casa que se incendiaba con mujeres adentro y llamas que no cesaban, inspirada en una tragedia real en Simoca en el siglo XIX y alimentada por mitos, leyendas y supersticiones del norte argentino.
Para él, la vigencia de la obra se potencia en “una sociedad argentina donde millones son condenados a la miseria, a la exclusión y a la falta de educación, con las capas medias influenciadas por instrumentos de dominación de masas y por nuevas tecnologías alienantes que apuntan a la información abrumadora sin reflexión crítica, que nos llevan a una situación de parálisis”.